viernes, 31 de octubre de 2008

La historia del paralimpismo español, en cómic (La Nueva España)

La vida de José Luis Martínez cambió de manera súbita en 1988. Un accidente de tráfico lo dejó postrado en una silla de ruedas. Diagnóstico: paraplejia. Tres años le costó a este gijonés de 39 años recuperarse de sus secuelas físicas y, sobre todo, psíquicas. Una vez superadas, Martínez encontró en el deporte adaptado, más concretamente en el tiro, no sólo una válvula de escape, sino también un modo inmejorable para reinsertarse en la sociedad.

La elección de José Luis Martínez no pudo ser mejor. Amén de su contenido social, el gijonés ha estado presente en dos Juegos Paralímpicos: Sidney-2000 y Pekín-2008. Algo que sin el deporte adaptado no podría ni siquiera haber soñado. «Antes del accidente trabajaba, así que hoy, si no hubiera sufrido el accidente, seguiría trabajando, pero no sería un deportista de élite», señaló Martínez.

José Luis Martínez transmitió ayer su historia a un centenar de alumnos de ESO del Colegio San Fernando. Fue durante la presentación del cómic «Tiempos paralímpicos», que tuvo lugar ayer en la pista central del complejo deportivo Avilés. La publicación, dirigida al público infantil, es el fruto de la colaboración entre el Comité Paralímpico Español y la Fundación Banesto. La historieta, con dibujos de Óscar Peinado y guión de Carmen María Rigau, se enmarca en un proyecto educativo que se inició hace ahora exactamente un año. En este sentido, «Tiempos paralímpicos» ya ha sido repartido entre 15.000 escolares de toda España. Ayer fue el turno de Avilés.

El cómic tiene como objetivo cantar las alabanzas de los deportistas paralímpicos. A través de sus páginas se destaca el nivel que ha alcanzado el deporte adaptado en España, «equiparable al del deporte convencional», según señaló Hugo Fraile, presidente del Comité Paralímpico Español. «El deporte adaptado exige un esfuerzo enorme y queremos que la ciudadanía, sobre todo los más jóvenes, se den cuenta de ello y valoren el esfuerzo de nuestros deportistas», añadió Fraile.

El fin último de la publicación, y del proyecto en sí, no sólo es subrayar el mérito de los deportistas adaptados. También, y sobremanera, dar un paso hacia su normalización. José Luis Martínez pone el dedo en la llaga. «Hasta Pekín 2008 el Consejo Superior de Deportes no nos pagaba un euro por las medallas, mientras que ya en Barcelona-92 a un deportista convencional se le abonaban casi dos millones de pesetas por metal», afirma el deportista paralímpico asturiano. La otra pata que cojea es la popularización del deporte adaptado. Quizá por ello el Comité Paralímpico español apele a los más jóvenes.

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